Bienvenidos un día más a mi guarida y de nuevo muchas
gracias por dedicar un breve pedacito de vuestro tiempo para leerme. Hoy vengo
a abordar la novela que correspondía al mes de Diciembre del reto “12 Meses de
Lectura”. En este caso debía escoger una obra que hubiera sido adaptada al
cine, lo cual me daba un amplio abanico de posibilidades. Sin embargo, “La
Princesa Prometida” llevaba ya un tiempo rondando por casa y me he servido un
poco como excusa para poder disfrutarlo, de lo que admito no arrepentirme en
absoluto.
Presupongo que muchos de los que leen este blog habrán
disfrutado en su infancia, al igual que yo, de las aventuras y desventuras de
la princesa Buttercup y el Pirata Roberts. Y si no es así, considero un deber
moral para con vuestro niño interior el visionar esta cinta. Porque “La Princesa
Prometida” no deja de ser eso, una historia plagada de aventuras y humor que consigue
llegar al espectador a través de sus personajes maravillosos.
Pero dejemos la película para otra ocasión. El libro “La
Princesa Prometida” de W. Goldman, que sería después responsable también de su
adaptación al cine (una idea fantástica y necesaria que debería ser una
costumbre más que una curiosidad) no es, ni mucho menos, un libro pensado para
niños, aunque sí creo que a partir de cierta edad podría ser recomendable.
Porque a mi parecer hay dos interpretaciones de esta historia: una novela de
aventuras, audaz y entretenida, que te mantendrá pegado a las páginas en todo
momento; pero también está llena de un humor cínico, adulto, que hará que dejes
escapar una carcajada en el momento más inoportuno.
Desde un primer momento, al arrancar con el libro, temí que
la alta calidad que estaba encontrando terminase por estropear una película que
para mí es muy querida: nada más lejos de la realidad, si bien es evidente que
la cinta final tiene varias diferencias con la obra, lo que achaco más a las
dificultades de efectos especiales y presupuesto de la época que a la escasa
fidelidad para con la novela, ya que muchas veces los diálogos están
transcritos palabra por palabra (Y no podéis imaginar el placer que da leer
esas palabras que tan épicas nos han sonado cuando éramos pequeños y que
todavía, a día de hoy, se te pongan los pelos de punta.)
En la novela nos encontramos con un padre contrariado, que
no puede hacer que su hijo se maraville, como hizo él a su edad, con la
historia de “La Princesa Prometida”. Incapaz de comprender el motivo, se decide
a leer él mismo el libro, y se da cuenta entonces de que su padre a su vez le
había leído únicamente las partes más interesantes, de modo que para hacer
justicia a su recuerdo ha decidido regalarnos una versión acotada de lo que él
considera realmente importante, llena de anotaciones y aclaraciones que harán
las delicias de los más mayores por su sátira constante.
Con unos personajes bien construidos a partir de los clichés
que todos conocemos, reinventándolos y dotándolos de una personalidad
arrolladora y un carácter excepcional, Goldman consigue atraparnos en lo que
parece una trama sencilla, que poco a poco se va enrevesando. Además nos
permite ahondar en el trasfondo de sus personajes, añadiendo pequeñas anécdotas
que, si bien son insinuadas en la película, quedan desarrolladas por completo
en la novela.
Si no ha sido mi libro favorito de 2019, “La Princesa
Prometida” ha estado muy cerca. Ha sido un amor intenso, trascendental y
poderoso, como el de Buttercup y Westley, de esas historias que te dejan
pensando en ella muchos meses después de terminarlas. Tal vez la nostalgia haya
tenido algo de peso en el resultado final, pero yo no soy crítica literaria
sino lectora y para mí es muy importante el valor emocional que tiene un libro,
que en este caso no ha sido poco. No quiero entrar más en detalles porque me parecería terrible estropear la lectura a alguien que verdaderamente le interese, pero compartiré gustosa un café con cualquiera al que le apetezca comentar lo que le ha parecido.
Lamento profundamente haber pospuesto esta
lectura tanto tiempo, aunque por otra parte pienso que no había podido elegir
un momento mejor. No puedo más que recomendarlo, agradecer a Goldman la
fantástica historia que nos regaló en su momento y hacerme un bol de palomitas
para volver a dejarme enredar en las aventuras de Íñigo Montoya, Fezzik,
Westley y Buttercup.
No hay comentarios:
Publicar un comentario