Debo dedicar una disculpa a todas las personas que se han
tomado la molestia por dejarse caer de vez en cuando por esta mi guarida por el
silencio que la ha gobernado durante éstos últimos meses. Podía culpar de ello
a mi frecuente inconstancia, o atribuírselo al sinnúmero de obligaciones que se
me han ido acumulando; de cualquier manera no hay excusa que justifique el
abandono tan temprano de un proyecto que me hace tanta ilusión.
En primer lugar, quiero explicar que aunque ha sido de forma
privada he continuado con los retos que dieron inicio a esta breve locura. En
lo que respecta al mes de Diciembre, escribí el relato que correspondía, aunque
su resultado no termina de complacerme del todo. De cualquier forma, estará subido
al blog en breves como disculpa por mi larga ausencia. También proseguí con mi
lista de lecturas: La novela protagonista, que debía ser una obra llevada al
cine, terminó por ser “La Princesa Prometida”, de W. Goldman. Voy a necesitar
un artículo entero para explicar lo mucho que me ha maravillado leerla: es de
esas historias creadas para alimentar a nuestro niño interior, con una
ejecución brillante y divertida que me ha obligado a estar pegada al libro día
sí y día también.
Con estas futuras promesas voy a explicar el motivo real de
mi ausencia: el reto de 12 Meses de Escritura del mes de Diciembre me llevaba a
retomar un antiguo texto y remozarlo para tratar de exprimir mejor la idea que
me había llevado a escribirlo. Y ahí me quedé, atrapada entre antiguos
manuscritos hasta que me topé con los inicios de una novela, de la que no había
escrito más de medio capítulo muchos años atrás. Desde que releí lo poco que
llevaba no pude apartarme del mundo y de los personajes que conformaban esa
historia, y aunque intentaba continuar con los relatos como me había propuesto
mis pensamientos volaban una y otra vez a ese universo cruel y oscuro de
fantasía realista, barriendo de un plumazo cualquier iniciativa de otra
temática que estuviese barajando. Así que resignada por el apremio de esta
historia, me senté a escribir, y lo cierto es que hasta hace una semana, que
puse el último punto de ese texto, no he podido abandonar esa novela más que el
tiempo justo para dormir. Ahora me queda un largo proceso de corrección y
decidir qué demonios voy a hacer con algo tan grande, pero mientras tanto puedo
retomar mis prácticas como en un inicio me había marcado.
Se me acumulan las reseñas |
Trataré de seguir el índice de escritura de los retos que
corresponden a Enero, Febrero y el ya próximo Marzo, aunque no puedo asegurar
que vaya a escribirlos en ese orden porque las ideas que ahora mismo tengo para
ellos se superponen unas sobre otras. Confieso que hasta hace poco he sido
mucho más fiel al reto de Lectura, lo que me obliga también a algunos artículos
de reseña que iré intercalando en las próximas semanas. Y me guardo también la
promesa de hacer la reseña del libro que estoy leyendo ahora mismo, ya que me
tiene absolutamente fascinada, aunque no voy a entretenerme ahora en explicar
el porqué de sus maravillas, puesto que pretendo que esta entrada sea breve.
Solo diré que espero poder hacerle justicia y que no me gustaría ser el
siguiente libro de mi lista, porque va a palidecer ante el recuerdo de éste,
que tardará mucho tiempo en desaparecer de mi mente. Sé que las comparaciones
son odiosas, pero por desgracia también son inevitables.
Sin extenderme más me despido, agradeciendo de nuevo a las
personas que pasan de vez en cuando por mi blog o Wattpad o me siguen
preguntando por el proyecto “Señores y Vasallos” (que no es un título definitivo ni mucho menos), que tan atareada me ha tenido
estos últimos meses. Espero que sigáis acompañándome en todas las aventuras que
me quedan por contar.
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